La pandemia (la cual todavía no termina), no sólo es una amenaza por la posible mutación del virus SARS-COV-2… ahora también los gobiernos deberán ir viendo dónde poner tanto papel sanitario, algodón, jeringas, etc, que se ha desechado en los últimos meses.
Aunque los residuos de hospital desde siempre se han generado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló lo evidente, al indicar que durante la pandemia estos han aumentado considerablemente (por miles de toneladas)… al punto que ya es una “necesidad extrema” que requiere mejorar su gestión (decidir donde botarlos).
Portadora de malas noticias (necesaria, para no caer en optimismos chafas de gobiernos), la OMS señaló que las toneladas de residuos médicos que está dejando la pandemia pueden considerarse ya como una amenaza al medio ambiente… y, por si el virus no fuera suficiente, también a la salud humana.
En el informe difundido ayer, 1 de febrero, por la OMS, se indica que 87 mil toneladas de equipo de protección personal (EPP) fue adquirido entre marzo del 2020 y noviembre de 2021… el cual todo (se espera) sirvió para atender las necesidades de los países frente al COVID-19 y, luego, acabó como desecho.
OJO: para elaborar el informe que despertó la preocupación de la OMS sólo se consideraron los productos adquiridos dentro de la iniciativa de emergencia de la ONU, no se está considerando la compra y producción de productos fuera de dicha iniciativa… ni los residuos generados por la población, los cuales son los más visibles. Imagínense cuántos cubrebocas se han utilizado y tirado a lo güey (basta con ver cuántos hay tirados en la calle).
“Es absolutamente vital proveer a los trabajadores un equipo de protección personal (EPP) adecuado. Pero también es vital asegurarse de que puede usarse de forma segura sin impactar en el medio ambiente”, señaló el director de Emergencias de la OMS, Michael Ryan.
La OMS señala que se ha encargado de la distribución de más de 140 millones de kits de pruebas COVID, los cuales habrán generado cerca de 2 mil 600 toneladas de residuos no infecciosos (la mayoría acabó incinerada)… pero también más de 7 mil litros de residuos químicos. Esos sí dañinos, no sólo para el ambiente, sino para la salud, en caso de no ser bien desechados.
A casi tres años de pandemia, el informe parece que ya sólo es para lamentar lo que se dejó de hacer. Según la OMS, actualmente 30% de instalaciones de Salud (60% en los países no desarrollados) no cuentan con medidas para lidiar con los residuos… pero eso desde antes de la pandemia. Ahora menos, con la carga adicional del COVID-19.
¿Recomendaciones? Usar de modo más racional los EPP, utilizar menos envases y, pensar en elaborar material biodegradable… además, invertir en tratamientos de basura y desechos que no implique la incineración de estos. ¿Ya pa’ qué? Bueno, si bien es cierto que van tres años que se ha hecho mal, pero la pandemia no termina y, desgraciadamente, no hay que descartar que nuevas aparecerán en los próximos años.